Eligieron Alemania por la salud de su hijo y descubrieron que el Estado cubre todo hasta los 18

  • Por:jobsplan

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09/2022

“El tema de la amistad en Alemania, sí, es difícil... como en casi todos lados como inmigrante adulto. Uno de grande ya no hará amigos como en la juventud, no porque la gente sea tan distinta, sino porque no se comparte un pasado en común, el recuerdo de los días escolares, la universidad, las salidas. No somos tan diferentes, simplemente hemos vivido esas experiencias que tanto nos marcan, en lugares distintos con historias distintas”, reflexiona Denis Degener, un argentino que llegó a Alemania en el 2015, un país donde halló una buena vida, pero lo enfrentó a ciertas dificultades.

Para Denis y su mujer, Gabriela, dejar la Argentina no fue una decisión sencilla y, sin embargo, un tema de salud de uno de sus hijos terminó por convencerlos: debían cambiar de rumbo. La despedida fue agridulce, pero la motivación y la energía renovada superaron el temor natural de un nuevo comienzo: “De hecho, los primeros dos años fueron de adrenalina pura, pasaron volando. Luego de este período, justo ahí cuando se alcanza estabilidad y comodidad, uno vuelve a pensar en lo que dejó”.

Un “country” sin cercos, chicos independientes y una salud privilegiada

Llegaron a Alemania con un nivel oral comprensible, aunque escribirlo siempre les resultó complejo. Con sus tres artículos (der, die, das) y sus tantas declinaciones, el matrimonio aún hoy comete errores.

Se instalaron en Senden, un paraíso que suavizó el impacto cultural. Ante la mirada maravillada de Denis, el nuevo hogar surgió prometedor en un vecindario semejante a un country bonaerense, pero sin cercos ni seguridad: “Ni siquiera hay destacamento de policía acá, en este pueblo de unos 20 mil habitantes”, observa.

“Todas las escuelas están juntas a la vera de un arroyo, la primaria es abierta, los chicos salen al parque, sin rejas ni nada. Además, todos los niños van a la escuela solos, su independencia es muchísimo mayor, resuelven todo en bici, hay senderos especiales y parques. El campo deportivo es público y excepcional, en un pueblo así, tener tres canchas de fútbol espectaculares, otra de atletismo, tres complejos cubiertos para deportes (bádminton, tenis de invierno, básquet, handball.... y más), piscina pública cubierta en invierno y abierta en verano con toboganes (Cabrio Senden), es envidiable”.

Para la familia Degener, la salud había sido el motivo central de su mudanza, una decisión que en el transcurso de los primeros meses demostró ser la acertada. No solo lograron tramitar sin dificultades ciertas necesidades puntuales, sino que descubrieron un servicio impecable y resolutivo.

“La seguridad social cubre todo. Los menores de 18 no tienen que pagar medicamentos, aparatos dentales, o cualquier médico especialista, por dar algunos ejemplos. Los adultos tenemos copagos de algunas cosas, uno va al médico y al mes llega la factura por correo (no antes), pero los montos son mínimos y nunca representan un riesgo económico existencial; lo mismo sucede ante enfermedades crónicas”.

Una vida fácil para vivir en familia y una educación segmentada

Eligieron Alemania por la salud de su hijo y descubrieron que el Estado cubre todo hasta los 18

Con el paso de los años, y a pesar de ciertas nostalgias inevitables, el matrimonio se halló en una situación confortable, antes impensada. Rodeados por paisajes de ensueño, la vida de pronto se presentó fácil, en especial para vivirla en familia: residir en un pueblo alemán resultó ser magnífico para el desarrollo humano, creativo e intelectual de sus hijos.

“La educación es pública. Dependiendo de sus calificaciones, los chicos pueden acceder a un ciclo de 9 años (Hauptschule), que luego los habilita a ciertas tecnicaturas donde aprenden dentro de una empresa y a su vez cobran un sueldo; un ciclo de 10 años (Realschule), donde se accede también a tecnicaturas y a estudios terciarios; o se pueden completar 13 años de escuela (Gymnasium), donde se otorga el título de Abitur que habilita el ingreso a la universidad, aunque no a todas las carreras, ya que esto depende de la nota del Abitur. Para ingresar a medicina, por ejemplo, se necesita un promedio perfecto de 10 (equivalente a un 1 aquí)”.

“Por otro lado, todos los chicos reciben un salario familiar (Kindergeld) de poco más de 200 euros por hijo por mes, mientras vivan en casa. En cuanto al permiso de maternidad/paternidad, es de hasta 14 meses, que se pueden repartir entre los padres, quienes siguen cobrando un 80% de su sueldo por parte del Estado hasta retornar a sus empleos”, continúa. “Las vacaciones pagas son de 30 días hábiles por año, es decir 6 semanas, alguna más si se combina con feriados”, sonríe.

“Acá toda la población debe tener un oficio o profesión”

Ubicada a 20 kilómetros de Münster, ciudad famosa por su elegancia, sus iglesias y la universidad, Denis pronto descubrió que su pueblo, Senden, forma parte de la cultura nórdica alemana, en un país habituado a dividirse en dos: norte y sur. A diferencia del sur encabezado por Bavaria, una región de carácter más descontracturado, en el norte, el argentino se encontró rodeado por costumbres un tanto más distantes, señaladas incluso en varios chistes.

“Acá dicen a modo de broma: `A ver cuándo terminan las tontas reglas de 1, 5 metros de distancia por corona, así en el norte podemos volver a los confortables 4 metros a los que estamos habituados”, cuenta Denis con una sonrisa. “La distancia también tiene que ver con la intimidad. Quiero decir, acá la gente no te hace preguntas personales, es una intromisión hacerlo, está mal visto; si uno desea contar algo, debe salir de uno. Eso habla mucho acerca de nuestras diferencias”.

A Denis y Gabriela, la distancia física de su país de origen y la distancia natural de los habitantes de su nueva tierra, les permitió en un comienzo focalizarse día y noche en sus metas. Con sus hijos asentados en un entorno verde y libre, buscaron los caminos para acceder a una buena calidad de vida para los suyos.

“En relación a lo laboral las oportunidades son excelentes y realmente hay muchas, siempre y cuando uno tenga un nivel aceptable académico y de alemán”, asegura. “Como recomendación para el emigrante, lo mejor es hacer la universidad acá: la integración al mercado es inmediata. El título argentino no es muy reconocido, sin embargo, con él también se logra una buena calidad de vida, tan solo cuesta más esfuerzo y tiempo. En el caso de que no se cuente con formación universitaria, hay muchos caminos alternativos, ya que acá se valora mucho el trabajo manual, artesanal y técnico. El Estado, a través del Arbeitsamt (bolsa de trabajo) financia las tecnicaturas por completo, es un derecho, ya que toda la población debe tener un oficio o profesión”.

“En mi caso, como licenciado en economía argentino, hice una tecnicatura en especialista impositivo, donde estudié y a la par trabajé en un estudio contable, con un sueldo del Estado. Toda tecnicatura incluye un trabajo con salario y cuando finaliza hay empleo de sobra. Por ello, a pesar de no ejercer mi título universitario, vivimos muy bien. Gabriela, por otro lado, abrió su propia escuela de danza clásica y contemporánea con mucho éxito”, agrega. “Por fuera de las grandes ciudades es muy fácil comprarse una casa, ya que la tasa de interés está por el piso; una nómina con seis meses de antigüedad alcanza para que cualquier banco te abra las puertas. Un ahorrito de 10 mil Euros es necesario para recibir el crédito”.

“Si uno lo mira objetivamente, Alemania es un espectáculo”

Aun a pesar de las grandes facilidades y el bienestar innegable en su nación adoptiva, la adrenalina de los dos primeros años -aquellos signados por la novedad, la adaptación y el gran esfuerzo- se diluyó para dar paso a un equilibrio que dejó entrever los costados duros del destierro.

Luego de seis años viviendo en Alemania, para Denis, el país germano emerge, cada tanto, demasiado organizado. Pero, aun a pesar del orden extremo, la disconformidad no deja de estar presente entre sus habitantes. Y entonces, cuando vuelve de visita a su querida Argentina, la pobreza lo impacta de manera intensa, dolorosa, comparativa, algo que lo lleva a reflexionar acerca de las emociones humanas y lo relativo de ellas.

“En mi experiencia aprendí que la gente en Alemania, y en general en el mundo, es muy buena. Hay diferencias en la cáscara, son superficiales, pero al final, es como que todo el mundo quiere lo mismo. Sí, acá es más fácil la vida, es cierto, y tenés los ítems esenciales cubiertos: salud, jubilación, educación, pero la gente igual se hace problemas. Para la mirada argentina el problema será sin dudas mucho menor que en Alemania, pero creo que el nivel de preocupación, al no conocer otras realidades, al final es el mismo. Es decir, las circunstancias pueden diferir, pero las emociones humanas se sienten con misma intensidad”.

“Como argentino, podría decir que lo negativo de Alemania es su sobre organización, su idioma difícil de aprender, y el hecho de que acá no están los grandes amigos, la familia”, reflexiona. “Pero si uno lo mira objetivamente, Alemania es un espectáculo, lástima que no podemos traer a todo nuestro entorno, ¿no?, a esa clase de amigos de siempre que cuesta encontrar en la vida adulta, más en otras tierras.... Entonces, como todo emigrante, uno queda partido entre dos mundos: es difícil ir a Argentina y volver a enfrentarse a inconvenientes aquí totalmente superados, pero, a la vez, es imposible cortar el cordón umbilical con las raíces”.

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Destinos Inesperados es una sección que invita a explorar diversos rincones del planeta para ampliar nuestra mirada sobre las culturas en el mundo. Propone ahondar en los motivos, sentimientos y las emociones de aquellos que deciden elegir un nuevo camino. Si querés compartir tu experiencia viviendo en tierras lejanas podés escribir a destinos.inesperados2019@gmail.com . Este correo NO brinda información turística, laboral, ni consular; lo recibe la autora de la nota, NO LOS PROTAGONISTAS. Los testimonios narrados para esta sección son crónicas de vida que reflejan percepciones personales.

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